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Política

Reclamo del canciller al embajador de Canadá atenta contra los principios diplomáticos, afirman especialistas

Javier Gonzáles Olaechea criticó la carta firmada por 16 países que cuestiona el proyecto de ley del Congreso que busca someter a las ONG.

Javier Gonzáles Olaechea también cuestionó el informe de la Comisión de la Verdad de Perú y de Canadá. Foto: captura Epicentro
Javier Gonzáles Olaechea también cuestionó el informe de la Comisión de la Verdad de Perú y de Canadá. Foto: captura Epicentro

El ministro de Relaciones Exteriores, Javier González Olaechea, ha sido cuestionado por diferentes sectores sociales tras haber realizado el reclamo al embajador de Canadá, Louis Marcotte, luego de que se conociera que el diplomático firmó la carta en conjunto con 16 naciones que mostraban su preocupación por la iniciativa aprobada en el pleno del Legislativo que atenta contra la autonomía de las organizaciones no gubernamentales (ONG).

En el día de la celebración por los 80 años de relación entre Perú y Canadá, el canciller no tuvo mejor idea que confrontar al funcionario canadiense e incluso lo mandó a callar.

Es así que, en su intento de defender la autonomía del Estado peruano, Javier González Olaechea no tuvo mejor idea que faltar el respeto a una sede diplomática emitiendo un comentario innecesario.

Expertos comentan declaraciones de Javier González Olaechea

El internacionalista Óscar Vidarte calificó las declaraciones de González Olaechea como algo "inadecuado" y remarcó que, de haber algo que reclamar, debería hacerse por los canales diplomáticos correspondientes, como un pronunciamiento o un comunicado.

"Lo que hizo el canciller fue usar un canal no diplomático, en un momento completamente inadecuado. Porque estábamos hablando del Día Nacional de Canadá, en la casa del embajador de Canadá y el canciller creo que usó palabras bastante fuertes, porque cuestionó, duramente creo, este comunicado firmado por varios países, entre ellos Canadá", indicó.

En esa línea, afirmó que el comportamiento del canciller, pese a que en sus palabras quiso sonar amigable, fue "muy poco diplomático". Además que apertura un momento de confrontación innecesario con Canadá, un país importante en el desarrollo del Perú.

Sobre todo, si se tiene en cuenta que la carta firmada por los 16 países es un mensaje válido usado por los Estados para mostrar una preocupación genuina por lo que ocurre en país. Vidarte señala que esto no puede ser considerado como una "injerencia".

"Me parece un comportamiento muy poco diplomático de parte de nuestro canciller expresar su molestia en un evento por el día nacional de Canadá. Muy poco diplomático y totalmente inadecuado. Lo segundo, me parece innecesario iniciar un espacio de confrontación con Canadá. Lo que que ha hecho Canadá, conjuntamente en otros países, es expresar su preocupación por una norma del Congreso que de alguna manera restringe los derechos de las personas. (...) Esto que estoy diciendo no constituye injerencia es preocupación por la democracia", agregó.

Asimismo, el experto hace un especial llamado de atención sobre una frase que dijo el canciller que pasó desapercibida, y es que minimizó los informes de la Comisión de la Verdad y Reconciliación de Perú de Canadá.

"El canciller se refirió de manera completamente inapropiada a la Comisión de la Verdad que se creó en Canadá para ver la situación de los pueblos originarios. Y él se refirió y puso en dudas esos resultados. Resulta increíble eso, porque no solo puso en duda la Comisión de la Verdad en Perú, sino también puso en duda la Comisión de la Verdad en Canadá que ha sido aceptada por el Estado", finalizó.

"Fue un desatino del canciller"

El excanciller, Miguel Ángel Rodríguez Mackay calificó como un "desatino" el reclamo de Javier González Olaechea ya que rompe con la tradición de la Cancillería peruana de guardar el respeto.

"Un ministro de Relaciones Exteriores jamás puede caer en la pérdida del principio de la cortesía del derecho diplomático. Y mucho menos hacerlo en la sede diplomática de una misión acreditada ante el gobierno del Perú. Eso es un acto absolutamente denigrante en términos diplomáticos", alertó.

En esa línea, indicó que lo correcto habría sido llamar a cada uno de los representantes de los dieciséis países firmantes de la carta a la sede de la Cancillería para un severo llamado de atención.

" Lo que yo llamo la atención es que se haya hecho en la sede de la residencia del embajador. Eso revela la absoluta falta de conocimiento para el ministro de Relaciones Exteriores actual", agregó.

La importancia de las ONG como voz de la sociedad civil

El internacionalista Ramiro Escobar coincidió con lo mencionado anteriormente al indicar que las declaraciones del canciller fueron innecesarias al crear un momento amargo.

"No creo que provoque una aspereza muy grande entre las relaciones de Perú y Canadá, pero sí es un momento muy amargo. Un momento innecesario. Creo que ese tipo de declaración podía haber salido en un comunicado la Cancillería. Pero, hablar así él en el local de la propia embajada me parece innecesario", comentó.

Especialmente, recordando que durante su intervención, el embajador Louis Marcotte tuvo unas palabras generosas hacia el Perú.

"El embajador de Canadá fue diplomático, respetuoso, decoroso y elogioso de las relaciones entre Perú y Canadá. Por lo mismo, yo creo que fue inoportuno que el canciller aprovechara ese momento para decir unas palabras que han dejado un sinsabor, no solo en el embajador canadiense, sino en los otros embajadores", señaló.

Ramiro Escobar recordó que fueron dieciséis embajadas que firmaron la carta mostrando su preocupación por la intención del Congreso de ejercer cierto control político sobre las ONG.

"Claro, el canciller dijo que era un proyecto. Sí, efectivamente es un proyecto, pero que revela una cierta intención de control político de las ONG que trabajan y tienen vínculos precisamente con varios países que son los que figuran en ese comunicado", agregó.

En esa línea, resaltó la importancia de las ONG como representantes de la sociedad civil y el peligro que haya una intención de querer controlar la manera en la que invierten sus recursos. "Esto es algo que se ve en países autoritarios, como Rusia y Venezuela", remarcó.