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Cultural

1964: la leyenda del Negro Bomba y la tragedia del Estadio Nacional

Lecturas. Efraín Rúa S. publica reedición de El gol de la muerte a razón de los 60 años de los nefastos sucesos que ocurrieron en el primer recinto deportivo del país.

La represión policial contra el aficionado fue desmedida.
La represión policial contra el aficionado fue desmedida.

Lo que pasó en la tarde del 24 de mayo de 1964 en el Estadio Nacional, ya es parte del imaginario popular peruano. A 60 años de la tragedia, esta no solo despierta interés, sino también temor a que vuelva a repetirse una situación similar. Como van las cosas en el mundo, con los extremos sin intención de diálogo, con posturas radicales que no solo se justifican en preferencias ideológicas, ni el fútbol está a salvo.

Las selecciones sub 20 de Argentina y de Perú disputaban su pase a las Olimpiadas de Tokio de dicho año. El Estadio Nacional estaba repleto (47 197 espectadores) y el resto del país con la oreja pegada a la radio. Las expectativas venían sazonadas: los astros habían dictaminado que aquel preolímpico estuviera signado por la polémica y las reyertas durante los partidos. Peruanos y argentinos se habían estado dando de picotazos días antes del encuentro en Lima y todo anunciaba que este sería de dientes apretados. La selección peruana tenía cinco puntos y solo un triunfo le servía para clasificar a Tokio.

El público huye de la represión policial. La mayoría murió por asfixia.

El público huye de la represión policial. La mayoría murió por asfixia.

Durante el encuentro, la visita aprovechó la ansiedad local y empezó ganando por la mínima diferencia, pero faltando seis minutos para el final, el árbitro uruguayo Ángel Pazos Bianchi anula el gol de empate de Víctor Lobatón. Si el ambiente ya estaba caliente, lo que vino inmediatamente fue de terror: 328 aficionados muertos, incluidos niños y ancianos.

Publicado en el 2014, en el contexto de los 50 años de dicha tragedia, recomendamos la nueva edición de El gol de la muerte. La leyenda del Negro Bomba y la tragedia del estadio del periodista Efraín Rúa S.

Si bien el libro cuenta con más datos (testimonios de sus protagonistas), sus bríos van por otro lado: la mirada de Rúa para ordenar y, en especial, el oficio para narrar un suceso que fue más que fanatismo deportivo. Para tal fin, Rúa dispone del elemento que sostendrá su proyecto: el personaje. En este caso, Víctor Vásquez Campos, Negro Bomba, de quien el autor brinda un perfil, no para justificarlo, sino para que el lector haga el intento de entenderlo, porque Vásquez Campos, así como lo configura Rúa, resulta indefendible. Sin embargo, es el personaje mediante el cual se puede especular sobre lo que realmente acaecía en el contexto de la época.

El Negro Bomba es el puente que une a la tragedia con las teorías de la conspiración, que estuvieron en todo su esplendor en una década en la que el destino mundial se debatía entre los caprichos de Estados Unidos y la Unión Soviética. Por Latinoamérica, corría el rumor de que los comunistas iban a aprovechar las demandas sociales —a saber, por el lado peruano, los campesinos reclamaban la reforma agraria— para tomar el poder por la fuerza. En este orden de cosas, Rúa capta la atmósfera de la polarización política y sus inevitables paranoias para convertirlas en el nervio de su prosa, que por diáfana no es menos sustanciosa.

Las fuerzas del orden, ante una posible rebelión comunista, ya estaban entrenadas para esos combates callejeros que se pintaban de extremadamente peligrosos. Hay que dar una severa advertencia a los comunistas, era el grito de guerra. Su reacción contra el público que asistió al Estadio Nacional el 24 de mayo de 1964, aparte de desproporcionada, calza además con lo que hemos estado viendo en el país y en el mundo en estos últimos tiempos. He ahí otra razón para leer El gol de la muerte.