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Opinión

Cura de sueño, por Juliana Oxenford

“Mientras dormimos, las fuerzas más oscuras del poder siguen dinamitando lo que nos queda de país. Mientras sigamos dormidos, perderemos lo que nos queda de patria y nada podremos hacer cuando pretendamos recuperarla”.

larepublica.pe
OXENFORD

Mientras sigamos dormidos, un grupo de hampones que ocupa los escaños de lo que alguna vez fue un Congreso seguirá haciendo de las suyas. Continuarán conduciendo ese camión remolque que arrasa con todo lo que encuentra en su camino, incluida la Constitución.

Este parlamento miserable decidió –por fina cortesía del defensor del Pueblo, quien en la práctica apechuga más por los intereses de los otorongos y de Dina que por los de los ciudadanos de a pie– aprobar, en primera votación, un proyecto de ley que permite que los candidatos que no pasaron el proceso de selección de la Junta Nacional de Justicia sean ahora convocados para integrar la institución. Esa misma que, seguramente, regresará a Patricia Benavides a la Fiscalía. Ese es el objetivo. Ese es el fin de mochasueldos, niños y otras especies.

En una sola jornada, este mismo Parlamento nauseabundo de malhechores de traje y corbata continuó dinamitando la justicia y la ley quitándole responsabilidad penal a los partidos políticos. Esto también pasó mientras estábamos despiertos, pero adormecidos. Los amigotes con rabo de paja marcaron en bloque el color verde para abrir la puerta y dejar que ingrese un nuevo aire de impunidad. De pronto, los otrora enemigos se volvían incondicionales. Si en el dolor son hermanos, cuando están inmersos en la misma mugre, con más razón se estrechan las manos. Desde Fuerza Popular hasta Perú Libre, pasando por Renovación Popular y Podemos Perú, todos apelando al poder para limpiar la basura que ellos mismos se han encargado de esparcir.

Como si fuera poco, ahora también votaron a favor de una ley que les permite participar en las elecciones municipales y regionales sin importar que aún cumplan funciones parlamentarias. En palabras sencillas, van a tirarse hasta la última hoja bond del legislativo para hacer campañas proselitistas y usar al personal de sus respectivos despachos para que les armen las candidaturas.

Esto y más, mientras permitamos que nos mantengan bajo los efectos de una anestesia aún más fuerte y poderosa que la que utilizaron con la señora presidenta el día que entró al quirófano para someterse a una serie de retoques.

Mientras sigamos dormidos, Dina Boluarte no responderá por su estirada de papada ni por su nueva nariz. “Son asuntos privados”, contesta el flamante vocero presidencial en un ridículo intento de poner paños fríos a lo que reveló el semanario Hildebrandt en sus trece. De pronto, no solo tenemos una jefa de Estado con renovado perfil, sino también a un escudero de corazón aprista que ha sido contratado para evitar que su jefa siga mintiéndonos vulgarmente. De nada sirve una evidente y corroborada rinoplastia, si con tanta falacia tenemos como mandataria a la versión femenina de aquel muñeco de madera a quien Gepetto le dio vida. Hasta pinocho tiene más sangre en la cara que la señora presidenta.

Mientras estábamos dormidos, Dina Boluarte reposaba en su morada tras una operación clandestina. Se ausentó doce días del poder sin avisar. Si con ella al mando del país no tenemos brújula, con la presidenta incapaz de gobernar, el Perú quedó –literalmente– abandonado y se consumó lo que muchos expertos aseguran, una infracción constitucional.

Lo más triste no es tener en Palacio de Gobierno a una mentirosa, sino despertar, conocer la verdad y seguir dormidos.

Ya no solo son los cincuenta muertos que pesan sobre la espalda de la reencauchada presidenta. También es el escándalo de los Rolex, el abandono de cargo y su último intento desesperado por salvarle el pellejo al hermano.

Pero antes de ir con el hoy detenido Nicanor Boluarte, no olvidemos que mientras el Gobierno creía que ya estábamos dormidos, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) anunciaba en redes sociales que “por motivos de fuerza mayor” no presentaría los resultados del informe sobre pobreza monetaria del 2023. Un hecho no solo insólito sino también peligroso. Un extraño evento que hizo que varios no tardáramos en sospechar de alguna mano enfundada en finas joyas. Más aún cuando horas antes y desde la misma cuenta X de la Presidencia de República ya se habían publicado las fotografías que revelarían a una Dina y ministros con cara de pocos amigos y frente a una pantalla donde se evidencia la presentación que mostraba lo inminente. En doce meses, casi seiscientos mil peruanos pasaron a ser pobres y –mientras algunos todavía podemos dormir- más de nueve millones de compatriotas no tienen ingresos suficientes para cubrir los gastos básicos de su canasta familiar. Hemos retrocedido once años y ni así queremos abrir los ojos.

Esa es la información que el Gobierno no quería que supiéramos. Dina Boluarte prefirió ocultarnos (una vez más) la verdad antes de visibilizar su nuevo rostro: el de una mujer lo suficientemente vanidosa y egoísta que es capaz de llenarse de oros y borrarse las arrugas mientras al Perú que dice amar no le alcanza ni para llenar la panza. Finalmente, fue tanta la presión que a la presidenta no le quedó otra salida que permitir que se revelaran los resultados del estudio. Gravísimas conclusiones, que como era de esperarse, la señora Boluarte no dudó en minimizar advirtiendo que no era un problema de gestión sino de lo dejado por tanta marcha, por tanto Niño Costero, porque el problema nunca es ella sino el resto.

Mientras sigamos dormidos, nada ni nadie nos despertará de esta pesadilla. Los congresistas, capaces de vacar a la jefa de Estado están más preocupados en terminar de construir la ruta que los conduzca a cualquier lugar lejos de una cárcel. Esto, y en preparar la antesala de la que sería la cuarta candidatura de Keiko Fujimori. Y sí que van por buen camino. Ya tiene a la Defensoría del Pueblo, a un Tribunal Constitucional a la medida de sus fechorías. Tomaron por asalto el Jurado Nacional de Elecciones, la ONPE y ahora van tras el Reniec. Todo vale cuando lo que se busca es garantizar un coro de voces que pueda arengar al unísono la palabra “fraude” para que así, y solo así, la señora K pueda cumplir su sueño de ocupar el sillón presidencial.

Mientras dormimos, las fuerzas más oscuras del poder siguen dinamitando lo que nos queda de país. Ahora también está el otro Boluarte, Nicanor, el hermanito, quien junto al abogado de Dina fueron intervenidos horas después que el ministro del Interior decidiera cortarle las manos al equipo que investiga la corrupción en el poder. “Son parte de una organización criminal” –advierte el Ministerio Público–. Pero esto, también esto, no es suficiente para despertarnos de esta cura de sueño.

Mientras sigamos dormidos, perderemos lo que nos queda de patria y nada podremos hacer cuando pretendamos recuperar lo perdido, lo robado.

El Perú agoniza en un ambiente donde la corrupción a penas deja respirar y, por alguna razón, preferimos seguir soñando que enfrentar nuestra realidad. Una realidad que solo cambia con gente despierta. Ojalá que cuando amanezca no sea demasiado tarde.